Señor Carlos Schaerer
Director del diario “El Mercurio”
Presente.
Señor director:
Con asombro, he leído la carta enviada por el profesor Cristóbal Cea Sánchez, titulada “Arte y Crítica”, aparecida hoy domingo 14 de marzo, con respecto al artículo “Artistas contra dos siglos de historia del arte”, publicado el 6 de marzo en curso en “El Mercurio”.
El profesor acusa a la organización Artistas Libres, de la que me honro en participar, de tratar de imponer “un proyecto antidemocrático y totalitario en el Arte”. Aquí explico mi sorpresa: en primer lugar, es él quien pertenece al establishment artístico normativo y no nosotros, quienes sólo participamos de una fundación y una academia de derecho privado que pretende recuperar los valores tradicionales de la belleza, verdad y bien, a los que juzgamos en gran medida innatos, pues consideramos que son un camino de trascendencia para el hombre (y la mujer, no sea que se nos acuse también de no ser lo suficientemente inclusivos). En segundo lugar, me asombra también que el profesor Cea no comparta esta búsqueda de trascendencia, siendo miembro de tan digna y honorable casa de estudios y entendiendo que es parte del pilar doctrinario de la Pontificia Universidad Católica la búsqueda intelectual, espiritual y filosófica de la trascendencia del ser humano. Al parecer, el profesor se muestra más cercano a la corriente principal de la deconstrucción que conocemos como “arte contemporáneo”. Durante más de un siglo, este mismo establishment artístico nos ha obligado a considerar bello lo feo a través de una serie de obras plásticas, literarias y musicales insufribles, que sólo pueden ser defendidas a través de un discurso teórico que las justifique, ya que las obras no se defienden por sí mismas ante la mirada más elemental.
Esta farsa ha sido dispuesta por diversos intereses, entre los cuales se encuentran aquellos mercantiles, que imagino que el profesor execra, además de intereses políticos e ideológicos que se vienen desarrollando desde algunos autores de la Escuela de Fráncfort, pasando por las filosofías posmodernas y posmarxistas hasta nuestros días. En el paroxismo de esta ideología, hemos llegado al punto en que cualquier mamarracho, o incluso actos criminales tales como la quema de iglesias, o aquel triste despliegue que tuvo lugar en la retirada estatua del general Baquedano, deben ser considerados arte, según los ideólogos de las universidades, ya que serían expresiones libres de una búsqueda estética. ¿Es la destrucción metódica una expresión estética? Si así fuera, creo que los conceptos de belleza y arte me superarían. En su carta, el profesor Cea se ha apoyado de una exhaustiva búsqueda en Wikipedia, fuente que puede ser útil, pero no confiable ni mucho menos la última autoridad en nada. Me permito recordarle una vez más al profesor que su cargo y su tenure track en la Pontificia Universidad Católica le hacen un representante de la corriente principal, corriente impuesta por el totalitarismo del arte oficial, con todo el poder para ejercer ese mismo totalitarismo, mientras que nosotros, agrupados en una fundación de derecho privado, no somos más que un grupo de creadores independientes (libres) que realizan su propia búsqueda y que presentan sus creaciones a la comunidad. Por tanto, mal podríamos imponer nosotros cualquier noción, por acertada que sea, como aquella sancionada como única por parte de la academia. Esto nos hace a nosotros los rebeldes, la resistencia y hasta los punks, entendidos desde una autoridad académica más preocupada de la diversidad (mientras no sea una diversidad de puntos de vista), la inclusión (mientras no incluya puntos de vista como los nuestros) y una igualdad de resultados incompatible con la más elemental idea de justicia y, al parecer, de belleza.
Arturo Ruiz Ortega
Licenciado y Magíster en Filosofía de la Universidad de Chile
Master of Fine Arts en Escritura Creativa de American University
Profesor director de los talleres de poesía y narrativa de la academia Arte Real
Candidato a concejal por Providencia
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